Si queremos definir esta tarea, podemos recurrir al padre Mateo Bautista, que nos dice:
“Pastoral de la salud es la presencia y acción, en nombre del Señor Jesús, el Salvador, de un ministerio de relación de ayuda, específico, entusiasta, encarnado, capacitado, iluminativo, celebrativo, creativo y organizado.”[1]
Con menos técnica, pero llegando a la profundidad del espíritu, Benedicto XVI ha dicho:
“Los agentes sanitarios cristianos deben convertirse en una caricia de Dios para sus hermanos enfermos”.[2]
Nuestra misión como agentes de la Pastoral de las Salud, puede desarrollarse sin que lo sepamos y aún contra nuestra propia voluntad, cuando la vida nos pone ante un enfermo, ya sea un vecino, un amigo o un pariente.
Ese el momento en que nuestra palabra debe transformarse en la caricia de Dios que el paciente espera. Ni nosotros ni el enfermo necesitamos nada más.
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