27/5/11

A veces tenemos que acudir ante el lecho de algún moribundo y no podemos lograr que un sacerdote se llegue a suministrar el sacramento de la unción.
No podemos sumar nuestra impotencia al dolor de sus parientes y amigos que sienten que su ser querido se les va sin el consuelo de la asistencia sacerdotal.
Recordemos en esos momentos, lo que la Divina Misericordia enseñó a sor Faustina.:
"Esta oración es para aplacar Mi ira, la rezarás durante nueve días con un rosario común, de modo siguiente: primero rezarás una vez el Padre nuestro y el Ave María y el Credo, después, en las cuentas correspondientes al Padre nuestro, dirás las siguientes palabras: Padre Eterno, Te ofrezco el Cuerpo y la Sangre, el Alma y la Divinidad de Tu Amadísimo Hijo, nuestro Señor Jesucristo, como propiciación de nuestros pecados y los del mundo entero; en las cuentas del Ave María, dirás las siguientes palabras: Por su dolorosa Pasión, ten misericordia de nosotros y del mundo entero. Para terminar, dirás tres veces estas palabras: Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, ten piedad de nosotros y del mundo entero"
"A las almas que recen esta coronilla, Mi misericordia las envolverá en vida y especialmente a la hora de la muerte" “…cuando recen esta coronilla junto a los moribundos, Me pondré entre el Padre y el alma agonizante no como el Juez justo sino como el Salvador misericordioso"
 
Con un mensaje así, no nos queda más que trasmitir esperanza

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